La Enfermedad
Venosa es definida como una enfermedad que afecta al sistema venoso de curso
evolutivo con gran tendencia a la cronicidad. Cuando las paredes de las venas
se vuelven frágiles o se dañan, o si las válvulas venosas se tornan
incompetentes, esto lleva al favorecimiento de un flujo de sangre retrógrado
que va generando un fenómeno que se denomina enfermedad venosa y que incluye a las
várices, a la trombosis venosa profunda y a la insuficiencia venosa crónica.
Las várices
constituyen entonces un epifenómeno de la enfermedad venosa y se denomina así a
la dilatación, elongamiento y tortuosidad de una vena acompañada de
insuficiencia valvular. Esto finalmente se constituye en la más común de las
enfermedades vasculares periféricas, siendo su prevalencia de entre el 15 y el
30% de la población, dependiendo de la región del mundo.
A los 60 años
aproximadamente el 70% de las mujeres y el 40% de los hombres sufrirán algún
grado de insuficiencia venosa. Es un problema que no resulta sencillo de combatir y los resultados muchas
veces no satisfacen las expectativas de los pacientes.
En un inicio, las
dilataciones de las venas más delgadas son las denominadas varículas, o
varicosidades, o telangiectasias o arañas vasculares. Podrían considerarse la
mínima expresión de la enfermedad venosa que generalmente sólo tienen una
repercusión estética y no afectan a la salud. Más del 50% de las personas con
arañas vasculares no tienen várices. Y el 15% de los pacientes con várices
avanzadas no tienen telangiectasias.
Su localización
más frecuente es en la cara externa de los muslos, detrás de las rodillas, en
los tobillos y en la cara. Pueden aparecer en forma aislada, en racimos,
lineales, en forma de araña (spiders) o como grandes “mapas”. Su calibre oscila
entre 0,1 y 1 mm y se encuentran ubicadas en el plexo subpapilar, a una
profundidad que varía de 0,08 mm a 0,2 mm (80 a 200 micrones).
Presentan
histológicamente una estructura venosa pero se cree que su origen puede
provenir indistintamente de cualquier componente del microcírculo cutáneo. Así podríamos clasificarlas de origen
capilar, arteriolar y venular. Entonces tendremos distintos calibres, algunas
más rojo brillante y otras más azuladas.
Posteriormente
ocurre el aumento de volumen de los troncos venosos superficiales importantes,
produciéndose la forma de varices cilíndricas; y ya luego en un período de
mayor evolución asistimos a la formación de dilataciones saculares que
constituyen verdaderos aneurismas. Finalmente con el prolongamiento de la
cronicidad la vena varicosa se vuelve serpiginosa flexuosa al plegarse la vena
sobre sí misma debido al gran aumento de su longitud.
Las várices más
superficiales ocurren en la dermis, y las más importantes se encuentran
localizadas profundamente en la dermis, especialmente en la hipodermis, en
contacto con el tejido adiposo.
Más información www.spiderecleris.com
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