Las manchas
oscuras (hiperpigmentación cutánea) es uno de los problemas más frecuentes en
el campo de la estética. La explicación más sencilla es que son la consecuencia
de un aumento de melanina (pigmento) en una zona más o menos extensa de la
piel.
El problema
es que el término “mancha” es demasiado amplio, y en la piel una “mancha” no es
siempre lo mismo. Puede ser la consecuencia del daño solar o de una herida que
se pigmentó, o un fenómeno que acompaña al embarazo o a la ingesta de
anticonceptivos orales. Algo que nos molesta estéticamente y punto. Pero también puede ser el signo de una
enfermedad general, puede ser un lunar (nevo), puede ser una mancha de
nacimiento, puede ser un cáncer de piel. Por eso, el primer paso frente al
oscurecimiento de una zona de la piel es realizar un diagnóstico y que un
médico nos diga qué es. Ese primer paso no puede ser obviado nunca.
La segunda
recomendación es conocer la propia piel. Saber la antigüedad y las
características de las manchas o las lesiones que nos “adornan”. Y cada tanto
mirarlas (usar un espejo para mirarse la espalda) y controlar que no hayan
cambiado. Cualquier modificación en su tamaño, su color o su textura deben ser
motivo de consulta médica. Se lo llama auto examen de piel y es un paso clave
en la medicina preventiva.
Con todo
esto no estamos incitando a que nos volvamos obsesivos e hipocondríacos, sino a
que conozcamos un poco más nuestro propio cuerpo para cuidarnos.
Finalmente,
descartado todo aquello que parece una mancha pero no lo es, vayamos a lo que
nos ocupa. El criterio sobre la belleza cambia en las sociedades a lo largo de
los años. Así como alguna vez era hermosa una mujer si su cintura medía menos
de 50 cm, usaba corsé y no podía mantenerse de pie más de 10 minutos; en otro
momento la gordura era hermosura y luego pasó a serlo la flacura extrema; o las
mujeres chinas deformaban sus pies hasta el horror para sentirse bellas; a
mitad del siglo XX la piel tostada pasó a ser el modelo de salud y estética. El
problema es que las migraciones de pueblos enteros a lugares muy distantes de
su geografía natal hicieron que personas cuyos genes estaban preparados para
vivir en Rusia o Francia o Alemania pasaran a vivir en Argentina o en
Australia. Y si vemos el color oscuro de la piel de los pueblos originarios de
estos dos países notaremos que ellos sí estaban provistos de una genética que
les permitiera estar desnudos al sol, pero no así los nuevos habitantes de piel
blanca y con poca capacidad para broncearse. Si la evolución humana nos hubiese
pensado para estar desnudos al sol nos hubiese provisto de pelos como los monos
o de piel muy oscura. Al no ser así, el resultado final de la exposición
descontrolada al sol trajo como consecuencia el foto envejecimiento y la
hiperpigmentación cutánea. En su forma benigna se manifiesta en forma de zonas
más oscuras en la piel (máculas) o los lentigos solares (zonas oscuras más
engrosadas que suelen aparecer en la cara, el dorso de las manos, la calva de
los hombres o el escote de las mujeres).
El tratamiento tiene tres consignas y se deben cumplir las tres: actuar
sobre la melanogénesis (mecanismo de pigmentación de la piel) para enlentecerlo
o bloquearlo, renovar la piel manchada para que pueda ser reemplazada por piel
sana y protección solar estricta para que no se estimule la formación de nuevo
pigmento. Las formas en que se pueden cumplir estas tres condiciones son
múltiples y para todos los presupuestos. Por lo tanto todo el mundo puede
tratar sus manchas.
1- Actuar sobre la melanogénesis: es
imprescindible realizar un tratamiento domiliciario con productos que tengan
activos que cumplan ese fin. Algunos pueden ser irritantes y se usan solamente
en otoño e invierno, pero otros pueden ser usados durante todo el año. La
vitamina C, la arbutina, la uva ursi, el ácido azelaico, el ácido kójico
cumplen esta función por diferentes vías. Es imprescindible que el producto
tenga una concentración efectiva de estos activos y que el vehículo también sea
adecuado para producir una adecuada absorción. La inestabilidad química de
estos principios hace que deban ser muy bien formulados, en pequeñas cantidades
y en envases adecuados. Estos mismos despigmentantes pueden actuar en forma de
mesoterapia (microgotas que se inyectan en la piel) a un ritmo de una vez por
semana. Es un tratamiento médico que suma efectos. Y finalmente, sobre todo
cuando hay lentigos solares, se indican sesiones de luz pulsada intensa a un
ritmo de una vez por mes o cada 45 días. La luz pulsada tiene afinidad por la
melanina, actúa sobre ella y tiene un efecto drástico sobre el lentigo.
2- Renovar la piel: como tratamiento
domiciliario o en forma de peelings en gabinete (cosmetológicos o médicos según
el tipo de sustancia usada y su concentración), se utilizan los alfahidroxiácidos.
Estos compuestos tienen muchas funciones, pero una de las más relevantes es
conseguir que las células de la piel se “despeguen” unas de las otras y de esa
forma se descamen. Se utiliza el mandélico, el glicólico, el láctico, el
lactobiónico, solos o en combinación. Otros principios activos eficaces son los
retinoides tópicos, que también se usan en el acné. Producen un efecto
selectivo e inteligente sobre las células de la piel haciendo que se renueven y
sean reemplazadas por células biológicamente más jóvenes. Los micropulidos o
microdermoabrasión con punta de diamante producen una abrasión mecánica que
quita las células más superficiales. Los lentigos muy puntuales o muy rebeldes
pueden ser topicados por los médicos con ácidos más potentes, como el
tricloroacético. Este compuesto produce la destrucción de capas de piel
(epidermólisis) y de esta manera destruye la lesión. La luz pulsada bien
indicada y realizada también produce un aclaramiento progresivo de las manchas
y una mejoría global de la calidad de la piel. Y por último puede recurrirse a
los métodos ablativos a través del láser que “vaporizan” capas de piel
produciendo una renovación parcial o total de la misma, con lo cual no
solamente se renueva el tejido manchado sino que produce un efecto beneficioso
sobre toda la piel fotodañada. Todos estos tratamientos, desde el más sencillo
al más complejo son potencialmente irritantes y deben tener un control médico.
3- Foto protección: usar protector
solar, siempre. Elegir una textura agradable, con un SPF mayor de 30. Colocarlo
media hora antes de salir al aire libre y renovarlo cada dos horas en casos de
manchas, pieles muy sensibles o cuando se está en el medio de un tratamiento.
El melasma
o máscara del embarazo, así como las manchas producidas después de una
inflamación (hiperpigmentación post inflamatoria) de cualquier origen, no
tienen diferencias relevantes en cuanto al tratamiento: también se cumplen las
tres premisas. La diferencia fundamental es que en ambos casos deben evitarse
los tratamientos irritantes, todo debe ser más suave. Como la piel reaccionará
ante cualquier estímulo con una mancha, es necesario ser más paciente e ir en
forma más lenta para el remedio no sea peor que la enfermedad. Y recordar que
cuanto más oscura es genéticamente la piel, con más violencia se pigmentará si
uno la irrita. Por eso en esos casos se enfatizan los pasos 1 y 3 del
tratamiento y se tiene mucho cuidado con la renovación celular para que sea
gradual.
Conclusión:
diagnóstico primero. Luego tratamiento dentro de las posibilidades de cada
persona pero siempre con profesionales con experiencia. Tercero, cambio de
hábitos, pensar en lo que es natural y saludable y seguir ese camino.
Fuente: Vitacare por la Dra.
Alejandra Peredo [http://comunidad-vitacare.blogspot.com.ar/2012/12/manchas-en-la-piel.html]
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